POLITICA
27 de mayo de 2019
27/05/2019: La Autopista Ribereña, un proyecto que tardó más de cincuenta años

La zona creció y se convirtió en el ostentoso Puerto Madero. Falta de fondos y cambios de gobierno afectaron la concreción. Se cierra el anillo de autopistas porteñas.
El objetivo siempre fue ganar fluidez para evitar las demoras del tránsito pesado. La zona creció y se convirtió en el ostentoso Puerto Madero. Falta de fondos y cambios de gobierno afectaron la concreción. Se cierra el anillo de autopistas porteñas.
El jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, se para ante los micrófonos de la prensa a metros de la Autopista Illia y responde: "Se esperaron cincuenta años para esta obra". Lo mismo había dicho la semana anterior en un canal de televisión y luego de cada recorrida por la construcción. Al poco tiempo, Franco Moccia, a cargo de Desarrollo Urbano y Transporteciudadano, publica un video en sus redes sociales y remarca: "La obra más grande del Siglo XXI". Guillermo Dietrich, ministro de Transporte de la Nación, exalta más el logro: "Es una obra monumental. Va a ser un antes y un después para la Ciudad de Buenos Aires". Ninguno se equivoca. El Paseo del Bajo es una concreción que saldó una deuda histórica para la urbe: la Autopista Ribereña.
Sinónimo de atrasos, debates y estudios ambientales que terminaron por esquivar su comienzo, la autovía exclusiva para el tránsito pesado comenzó a convertirse en necesidad en 1.966. La Municipalidad, a cargo de Eugenio Schettini -de facto-, encargó al arquitecto Heriberto Allende doce alternativas para realizar la autopista. Nunca se logró avanzar ni mucho menos consensuar en ese marco institucional.
La cronología marcó a la zona como de recreación para los porteños que en los setenta se bañaban en las aguas que llegaban a la costanera, luego dio paso a la extensión de la Reserva Ecológica, algún intento débil de reactivación con la ex Ciudad Deportiva de Boca Juniors y un abandono estructural absoluto hasta devenir en la ostentosidad de Puerto Madero desde los noventa. A medida que las fisonomías cambiaban, el paso incesante de camiones del puerto se mantenía firme sobre la avenida Huergo.